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Claves semanales del 16 al 20 de septiembre de 2024

BBVA AM España

16 de septiembre de 2024

Estamos en plena temporada de flexibilización de la política monetaria, y es muy probable que la Fed se sume a otros bancos centrales para revertir parte del pronunciado ciclo de subidas de tipos pospandémico. Sin embargo, un análisis más detallado de las distintas regiones muestra que el ciclo global está lejos de estar totalmente sincronizado.

Monitor de mercado

Por ejemplo, la especial dinámica macroeconómica de Japón hace que su banco central ajuste sus tipos de política al alza, cuando sus pares los están bajando. Del mismo modo, la preocupación de las autoridades chinas por el tipo de cambio y por la estabilidad financiera interna, les impide bajar los tipos tanto como dictarían de otro modo unas agudas presiones deflacionistas. Por poner otro ejemplo del mundo emergente, Brasil está a punto de empezar a subir los tipos de nuevo la semana que viene, justo cuando la Fed apenas está empezando su ciclo de recortes. Por tanto, la noción de un ciclo de flexibilización global sincrónico pasa por alto muchos matices.

La razón que subyace detrás de esta falta de sincronía en la política monetaria mundial no es puramente económica, sino también política. Así, el probable aumento de tipos en Brasil tiene mucho que ver con un deterioro de las expectativas de inflación como consecuencia de las decisiones fiscales tomadas por el ejecutivo de Lula. Asimismo, se percibe que las decisiones del banco central de Turquía dependen en buena medida de cuánto tiempo pueda soportar el presidente Erdogan la ortodoxia de combatir la elevada inflación con altos tipos de interés.

Pero los factores políticos también juegan un papel en los bancos centrales en las economías avanzadas, aunque sea de manera más indirecta. De esta forma, el camino hacia la normalización de la política monetaria por parte del Banco de Japón no será independiente de las convicciones económicas de su próximo líder político. Es por eso que la campaña electoral que comienza esta semana será seguida por los inversores interesados en la trayectoria de las tasas de interés de Japón.

Nadie discute la independencia del BCE, pero el análisis del Consejo de Gobierno no puede ignorar la situación política de la eurozona, sobre todo por sus consecuencias fiscales. Francia tiene por fin un nuevo primer ministro, pero el gobierno ya ha solicitado un aplazamiento para presentar su presupuesto después de la fecha exigida por la UE. Italia y Bélgica están en la misma situación y Bruselas ya asume que los planes fiscales en muchos casos no estarán disponibles en la fecha límite del 20 de septiembre. La sostenibilidad fiscal de Alemania es menos preocupante, pero el gobierno de Berlín se enfrenta a otra prueba importante con las próximas elecciones en Brandeburgo, que podrían debilitar aún más la coalición de gobierno central y enfriar de forma adicional el sentimiento ya deprimido de los agentes económicos.

Por otra parte, el Banco de Inglaterra no cambiará los tipos de interés esta semana, ya que tampoco conoce el contenido del primer presupuesto del nuevo gobierno. En este sentido, el gobierno laborista se enfrenta a déficits fiscales superiores a lo estimado, por lo que prevé aumentar los impuestos y emitir más deuda.

Por último, la Fed no puede escapar de las próximas elecciones presidenciales. Trump ha advertido a la Fed contra cualquier recorte de tipos, que podría afectar a sus expectativas electorales. Por otra parte, la Reserva Federal tiene en cuenta que los dos candidatos se presentan con plataformas políticas casi diametralmente opuestas. Por ejemplo, los fuertes aumentos de aranceles previstos en caso de una administración Trump, tendrían consecuencias económicas para Estados Unidos y el resto del mundo. El debate Trump-Harris de la pasada semana reforzó la candidatura de Harris, pero el resultado de las elecciones sigue siendo muy incierto. En definitiva, tanto la Reserva Federal como los banqueros centrales de todo el mundo, no podrán ignorar la realidad política. La dependencia de los datos no es suficiente.

Sin abandonar el ámbito de la política monetaria, el momento más destacado de la semana macroeconómica en la eurozona fue la reunión del BCE, en la que el Consejo de Gobierno recortó el tipo de depósito en 25 puntos básicos, pero evitó comprometerse con decisiones futuras y no ofreció ninguna orientación. Además de la decisión sobre los tipos, el BCE también revisó a la baja sus previsiones de crecimiento y adoptó una visión más pesimista sobre el consumo. El consenso espera el próximo recorte de tipos en noviembre.

En China, los datos de inflación de agosto sorprendieron al consenso a la baja. El IPC general repuntó modestamente, hasta el 0,6% interanual, debido a la mayor inflación de los alimentos; sin embargo, los componentes no alimentarios mostraron una moderación generalizada y el IPC subyacente alcanzó su nivel más bajo en 42 meses. Esto nos indica que el riesgo de que se mantengan las expectativas deflacionarias sigue intensificándose. En la misma línea, la expansión del crédito medida por el crecimiento de la financiación social total se desaceleró un poco más, hasta el 8,1% interanual, desde el 8,2% en julio. Por otra parte, el comercio exterior mostró una gran divergencia entre las exportaciones, que fueron más fuertes de lo esperado, y las importaciones, cuyo crecimiento decepcionante reafirmó la expectativa de una debilitada demanda interna.