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Claves semanales del 30 al 4 de octubre de 2024

BBVA AM España

30 de septiembre de 2024

A principios de semana, desde el Banco Popular de China anunciaron un importante paquete de estímulos, en el que se presentaron varias medidas que dejaban entrever la decidida intención de las autoridades de dar soporte al malogrado sector de la vivienda.

Monitor de mercado

Además de recortar el tipo de interés de las operaciones de repo a siete y catorce días, el PBoC anunció que iba a reducir el coeficiente de reservas obligatorias de los bancos (al nivel más bajo desde 2020) y el requisito de pago inicial mínimo para las segundas viviendas del 25% al 15%. El martes, la autoridad monetaria dio a conocer la creación de un fondo de préstamos de 800.000 millones de yuanes para los mercados de capitales del país, que incluye fondos para que las empresas recompren sus propias acciones y para prestar a instituciones financieras no bancarias, como las aseguradoras, para la adquisición de acciones locales. El miércoles, el banco central del gigante asiático redujo el interés de su facilidad de préstamos a un año desde el 2,3% al 2,0%.

A esto le siguió más tarde en la semana una reunión extraordinaria del Politburó, presidida por el presidente Xi, que prometió un mayor gasto fiscal y medidas para detener la caída del mercado inmobiliario. Las medidas anunciadas se plantean, incluso, las transferencias monetarias directas a las familias más vulnerables y una reducción de las tasas hipotecarias sobre los préstamos existentes.

Las medidas adoptadas son sin duda positivas, aunque pecan de falta de concreción en algunos casos: no se conoce, por ejemplo, la magnitud del estímulo fiscal anunciado por el Politburó. De esta forma, la pregunta clave es si los estímulos serán suficientes para sacar al país de su crisis de consumo y sus tensiones deflacionistas. No son pocos los expertos que se muestran escépticos en este punto.

Sin embargo, es evidente que los esfuerzos concertados de las autoridades durante la semana pasada indican que China se empieza a tomar en serio la resolución de sus problemas estructurales, y que los dirigentes del país no pasan por alto la urgencia de una respuesta política. Así, dada la mayor flexibilización monetaria del Banco Popular de China y los comentarios de su gobernador sobre la inflación, parece que los riesgos de deflación han irrumpido con fuerza en la agenda política china. Del mismo modo, el estímulo fiscal se percibía como imprescindible para detener el estancamiento económico y, hasta ahora, nunca se había propuesto.

Por lo tanto, la clave no reside en lo que China anunció la semana pasada, sino en lo que pueda venir después. En este frente, distintas informaciones apuntan a dos escenarios. El primero, que fue reportado por Reuters, es que podría anunciarse una emisión extraordinaria de 2 billones de yuanes, con un gasto que se dividiría entre medidas para estimular el consumo y otras para apoyar a los gobiernos locales. Un estímulo de esta magnitud podría impulsar el crecimiento del PIB en 2025 en 0,4 puntos porcentuales. El segundo es un paquete mucho más grande, tal vez 10 billones de yuanes en dos años. Aunque esto tendría un efecto importante en el PIB, no parece ser más que una especulación en estos momentos.

En el ámbito de la política monetaria a nivel mundial, septiembre ha sido un mes muy movido y un total de 23 bancos centrales han tomado decisiones respecto de sus tasas de interés. El resultado puede resumirse en que la flexibilización monetaria está en pleno apogeo en todas las regiones, con algunas excepciones, como la pausa en Noruega y Australia o la subida de tipos en Brasil.

En segundo lugar, es destacable la fuerte bajada de 50 puntos básicos por parte de la Fed. Ningún otro banco central, hasta la fecha, ha acometido un recorte tan grande. Así, el BCE bajó 25 puntos básicos, con lo que continúa su ritmo trimestral de recortes de tipos. La pregunta clave es si persistirán estas divergencias. Respecto de la Reserva Federal, los inversores siguen dudando de la magnitud del movimiento que acometerá la institución en el mes de noviembre y el mercado considera que otro recorte de 50 puntos básicos es igualmente probable que uno de 25 puntos básicos.

Por el contrario, está ganado fuerza la expectativa de que el BCE, tras haber comenzado lentamente el proceso de flexibilización, podría acelerar el ritmo en las próximas reuniones. Estas previsiones se basan en un panorama de crecimiento que sigue decepcionando a este lado del Atlántico. Aunque el PIB se recuperó en el primer semestre, la demanda interna ha seguido estancada y los últimos datos muestran debilidad. En la última semana, los PMI sorprendieron a la baja y el indicador compuesto volvió a zona de contracción. Del mismo modo, la encuesta IFO alemana se debilitó de forma adicional, mientras que la encuesta de la Comisión Europea permaneció en niveles bajos.

Los últimos datos crediticios de agosto mostraron cierta recuperación en los préstamos hipotecarios, pero los flujos de préstamos a empresas no financieras continuaron en territorio negativo. Si reunimos todas las piezas, no será extraño que el PIB de la eurozona sufriera una contracción en el tercer trimestre de 2024.

Mientras tanto, los movimientos favorables en los precios de la energía han cambiado sustancialmente el panorama para la inflación general. De hecho, los informes preliminares de inflación de septiembre en Francia y España, ambos por debajo del consenso, reafirmaron la expectativa de que la inflación armonizada caerá en septiembre por debajo del 2% en la eurozona. Es cierto que la inflación subyacente está demostrando más rigidez, pero es probable que caiga con mayor rapidez a comienzos de 2025, a medida que salgan del cálculo los fuertes aumentos de precios de principios de 2024.

En Estados Unidos, la última revisión del PIB del segundo trimestre puso de manifiesto que la economía se expandió más rápido de lo que se había previsto y los datos de ingresos y gastos personales evidenciaron que el crecimiento impulsado por el consumo sigue siendo sostenible, como refleja la subida de la tasa de ahorro hasta el 5,2%, más cerca ahora del rango entre el 6% y el 7% que prevalecía antes de la pandemia. En el mundo de los precios, el PCE subyacente creció en agosto a una tasa ligeramente por debajo de las expectativas del consenso, lo que sin duda habrá contribuido a reducir adicionalmente cualquier preocupación entre los miembros del FOMC de que existan riesgos al alza para la inflación.